domingo, 14 de octubre de 2012

MEMORIAS DE LA MADRE MARIA (5 )

Este niño hermoso y de mente delicada, vestido con Su pequeña y simple túnica blanca, calzando las sandalias que José le había hecho, estaba expuesto a todo pensamiento en cualquier plano, siendo Nuestro amor su único abrigo. Entonces le dije: “Hijo, tu alma tiene el poder de magnificar cualquier cosa que aceptes como real. Puedes magnificar una apariencia de enfer...
medad y dolor o puedes magnificar al Señor de la Vida”. Luego intenté mostrarle los simples principios, que presentaré noche tras noche en Nuestro Templo de la Resurrección, mientras esté activo en este período de treinta días, y que es mi intención darle a los estudiantes en cada oportunidad que tenga de hablarles a lo largo del año. Jesús ha dicho que le ayudó muchísimo el magnificar deliberadamente al Señor en vez de a las apariencias, y Yo les digo que esto salvó mi cordura muchas veces en esa encarnación. Saint Germain (como José) también bendijo a menudo ese principio. Me ayudó a atravesar las iniciaciones que deseo que a ningún otro ser no ascendido le sean requeridas jamás. Por lo tanto, les garantizo que ayudará a vuestras almas individuales a atravesar todas las experiencias que puedan tener.

Amados, vuestras almas son magnetos. Desde ellas fluye vuestra vida. Aquello con lo que se conecta vuestra atención, vuestra alma lo magnifica. Es un principio matemático y científico del que nadie puede escapar, sean iniciados, chelas o laicos. Pueden magnificar el bien o el mal. Cuando vuestra atención se conecta con cualquier apariencia, vuestra vida fluye desde el propio latido de vuestro corazón hacia ella, y crece, magnificándose en vuestra propia conciencia —tanto en el mundo de las apariencias como en los planos internos— dondequiera que esa alma habite. Ahora bien, ustedes pueden magnificar las sombras y aflicciones del mundo de las apariencias, o pueden magnificar el Poder de Dios al reorientar el rayo de vuestra energía y atención hacia el Santo Cristo Interno. Sostengan allí vuestra atención, dedicándola a recibir y magnificar Sus Poderes Cualidades hasta que vuestro Ser Interno crezca en confianza, belleza y perfección, a imagen de Dios. Con este fin, cuando Jesús era joven, inventamos un juego. Como cualquier chico, Él aparecía con heridas en Sus pies o en Sus rodillas (y todas aquellas apariencias que afectan a los niños en edad de crecimiento) y Yo le decía: “No debemos magnificar esa lastimadura o esa Cicatriz. Debemos magnificar a Nuestro Señor”. Luego, poniendo Nuestra atención en ese Patrón Perfecto, Nosotros tres atraíamos la curación y la paz de esa Presencia a través de Nuestros seres hasta que esa apariencia de imperfección desaparecía. Hacíamos esto sistemáticamente. Lo hacíamos todos los días. Juntos, adquirimos un moméntum que Yo, para Mis adentros, sabía que estaba construyendo un poder po sitivo de resistencia en la conciencia de Jesús contra toda apariencia de mal, de manera que cuando Le llegara Su momento Cósmico, Él podría enfrentar a la misma muerte, negándose a magnificarla siquiera con el poder de un solo latido de Su corazón. Así, Él volvió todo el poder de Su energía hacia la Vida, magnificando el poder de esa vida a través Suyo, ¡hasta que la misma muerte fue conquistada! ¿Lo ven?


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