lunes, 29 de octubre de 2012

Memorias de la Madre María (21)

Gracias hermano Elard Fernández 
  • MEMORIAS DE LA MADRE MARIA (21)

    SOSTENIMIENTO DEL
    “CONCEPTO INMACULADO”

    ¡Amadísimos y benditos hijos del Único y Eterno Dios! Estoy enormemente agradecida por ser la portadora de las buenas noticias que llenarán de enorme gozo vuestros mundos y conciencias, y que les darán un “empujón” a vuestros dulces espíritus trayéndoles la es­peranza, ya que vuestro logro ha conmovido los corazones de las Huestes Celestiales.

    Amados, ¿saben lo que significa ser portadores de bue nas noticias? ¿Saben lo que es tener labios que siempre traen palabras de confortamiento, confianza, esperanza y fe; tener sentimientos que siempre transmiten la radiación de la gracia y de la bendición, de manera que por cualquier lugar del plane ta Tierra que uno se mueve, el mundo se vuelve más rico por nuestra presencia? Ese es el estado en el que Nosotros habi tamos, ¡el más confortable, glorioso y feliz! De este modo, uno se convierte en un “Grial” a través de cual el espíritu inmaculado de la Primera Causa Universal puede fluir e irradiar para bendecir a la Vida en todas partes.

    Siempre Le estoy muy agradecida a la Fuente de Vida, el Magno Padre-Madre Dios del Universo, por la oportunidad de ser una hipóstasis de Su bondadoso Ser y de Su bondadoso Comple mento. Siempre pido que a través de Mi radiación, Ser y mundo, Yo pueda magnificar al Señor y Sus regalos para la gente de la Tierra o para los Planos Internos donde habito; amplificando siempre Su be nevolencia, bondad, misericordia y Omnipresencia. Para esto nací y Existo, y por esto aún vivo para atender a aquellos que desean cono cer al Señor. En ese “conocer”, al tocar el borde de Mi vestidura, ellos encuentran liberación de mente, cuerpo y espíritu.

    Hoy les traigo Mi vida, en el Nombre de Mi Señor, la gloriosa Llama Sanadora desde el Corazón del Universo y la magna paz que sobrepasa el entendimiento de la mente, como también todas esas virtudes que tanto desean poseer activamente y que serán para uste des un alimento espiritual. Les estoy dando estas bendiciones debido a que no desean seguir magnificando las cosas del mundo, las som bras de la creación humana, sino que desean -al fin- magnificar la grandeza de vuestra Presencia y la gloria de vuestro Plan Divino, re velándose la Maestría Divina en dignidad y luz.

    Amados: por muchas, muchas edades, Mi evolución particular ha tenido que ver con el poder del sostenimiento de la “Inmaculada Concepción”, como se suele decir en el mundo ortodoxo. Quisiera hacer algunos comentarios sobre esto brevemente antes de compartir con ustedes algunas de las magníficas actividades que se están reali zando esta noche. Los invito a que sean Mis huéspedes, al ingresar en las Esferas Internas, y que allí utilicen Conmigo vuestras propias dulces energías para ayudarnos en Nuestra Causa. Así que les pido que sean pacientes mientras me refiero a un tema muy importante para Mí. Si toman la decisión individual de aplicar este mismo poder de concentración, ¡les traerá una gran liberación!

    Vuestra conciencia es el taller de trabajo, es la “copa” creada por todo lo que ustedes conocen y experimentan en el mundo men tal, emocional, etérico y físico. Amados, muchas de vuestras con­ciencias son como casas que fueron abandonadas por muchos años. Ustedes saben cómo se ven las sillas cuando están cubiertas de abundantes telarañas. Así se ven los variados conceptos y pensa mientos-forma, solidificados por los años, cuando se han estableci do. Entonces la conciencia exterioriza, una y otra vez, eso que ustedes han aceptado por costumbre. Ahora, como una Madre, vengo a hacer en vuestras casas una limpieza profunda; vengo a ba rrer por completo esa solidificada conciencia de aflicción, de limita ción, de vejez, de falta de dinero, y vengo a ayudarles a establecer un nuevo hogar dentro del cual puedan invitar al Cristo Espiritual. ¿Podrán ayudarme ahora en esta gozosa experiencia?

    Muchísimo antes de asumir el Ministerio en el cual debía ser la Madre del Amado Jesús, tuve que aprender a controlar el poder, creando primero un pensamiento-forma perfecto de la luz Universal. Tuve que aprender a energizar ese pensamiento-forma a través de la liberación rítmica de amor para mantenerlo vivo de manera que no se desintegrara. Luego tuve que protegerlo, a través de Mi Propia radiación etérica, de la intrusión de fuerzas externas que buscarían destruirlo. Esa sustancia es muy flexible y pierde rápidamente la forma a menos que sea sostenida por el cuerno mental y alimentada rítmica-mente por los sentimientos. Así que a lo largo de muchas, muchas edades, en los grandes Templos de los Elementales, primero aprendí y luego enseñé cómo crear una forma perfecta. Estudié cómo verter los sentimientos rítmicamente una vez cada hora, o una vez por día, dependiendo del ritmo que se hubiera establecido dentro de esa forma. Luego aprendí cómo sostener un corazón a su alrededor hecho de sustancia etérica, de modo que el pensamiento-forma no pudiera ser disuelto por presio nes del exterior. En el momento en que se Nos dio la oportunidad de ofrecernos para ayudar en el gran Ministerio Cristiano, este entrenamiento Me permitió postularme ante el Señor Maitreya para tener el gran honor de convertirme en la Madre y Protectora del Cristo. En un discurso anterior, les conté en detalle cómo se Me requirió que sostuviera el “Concepto Inmaculado”, la Forma Divina perfecta, en Mi mente por tres horas, alimentándolo con Mi amor y con Mis sentimientos. Durante este tiempo, el Gran Iniciador dirigió hacia Mí toda la actividad concentrada que se pueda concebir, para intentar distraer Mi atención, no solamente con presiones perturbadoras, sino con aquellas cosas que más amaba, con cualquier cosa que pudiera quitar Mi atención del sostenimiento de ese Concepto. Al finalizar esas tres horas, se Me dio la oportunidad de convertirme en la Madre, Guardiana y Protectora de nuestro amado Jesús.

    Muchos podrían pensar, que luego de Su nacimiento Yo renun ciaría al sostenimiento de esa poderosa protección, el “Concepto In maculado” de ese cuerpo, de esa mente y de esos sentimientos sen sibles y hermosos. Sin embargo, fue más que necesario entonces sostener esa vigilancia. Vean ustedes, en la infancia y en las prime ras etapas de crecimiento, el Santo Cristo Interno de un individuo no tiene todavía suficiente control del vehículo como para sostener la guardia por sí mismo. En aquel entonces, ustedes saben, ¡Yo no ha bía ascendido! La gente mira hacia atrás a través de las edades y ve el “encanto del ayer”, y esta tendencia humana le ha adjudicado a la primera Dispensación Cristiana un aspecto irreal. En aquellos días que vivimos, cuando caminábamos por las calles polvorientas; cuan do, con gratitud, Nos refrescábamos en las frescas vertientes; cuan do Nos protegíamos lo mejor que podíamos del calor del Sol de mediodía; éramos personas como ustedes, con conciencias y senti­dos abiertos a la mente de la masa de la humanidad. En aquellos días, vimos muchas, muchas actividades en el mundo externo, como Sufrimientos en los cuerpos y en las mentes, de los que hoy Occiden te está protegido por el progreso de la civilización. Vimos morir a muchos leprosos, cuerpos secándose por todas partes y pobreza de una clase que no se observa hoy en Occidente, aunque todavía pue de verse en la India y en Oriente. Todas estas cosas estaban ante Nosotros, no solamente ante Nuestros ojos, sino frente a Nuestra atención constante. José y Yo vivíamos en ese mundo y nos enco mendamos a criar a Ese Niño, impidiendo que Él registrara esta dis cordia en la extraordinariamente sensible acción vibratoria de Su conciencia. Si esa imperfección se hubiera registrado en Su conciencia y Sus sentimientos, al conectarse con ella, la hubiera exteriorizado como una mancha en la vestidura de Aquel que debía mantenerse in­maculado para poder atraer las Corrientes Cósmicas necesarias, cuando comenzara Su Ministerio.

    Mis amores, cuando viajamos a Egipto, fuimos sometidos allí a varias experiencias muy fuertes que pusieron a prueba Nuestra fe y poder de concentración, más allá de lo habitual en el ambiente natu ral de Nuestro hogar. Una mañana temprano, Me recuerdo saliendo de nuestra pequeña morada y mirando hacia el Río Nilo donde Jesús solía jugar. ¡Observé a ese hermoso niño muy cerca del cocodrilo más grande que jamás había visto! Esta enorme criatura tenía la boca abierta. Confieso que por un momento pensé, que quizás este era el fin de Nuestro sueño y aún entonces no Me permití registrar el temor, ¡al menos no por más de un instante! Fue entonces, mientras permanecía de pie, que me di cuenta de que esa criatura estaba rien do, con una enorme y dientuda sonrisa, y Me sentí aliviada. Ni si quiera me acerqué al agua a sugerirle a Mi Hijo que viniera hacia donde estaría comparativamente más seguro. Aunque admito, sin embargo, que permanecí cerca de la puerta mientras los veía, soste niendo el pensamiento de Su protección Divina hasta que finalmente el cocodrilo volvió al agua y se alejó. Mi querido Hijo, que no sintió nada inusual en esa experiencia, me saludó y siguió Su camino.

    Cuando uno tiene una misión Cósmica, es difícil evitar la exce siva preocupación y aún así mantener esa terrible concentración In terna y esa fidelidad al “Concepto Inmaculado”. Fue difícil ver a ese Niño Pequeño atravesando las rigurosas disciplinas de Luxor. Aque llos de ustedes que han estado en Egipto saben algo del calor que hace en ese país durante el día y con qué cuidado se protege a los niños pequeños, especialmente durante las horas del mediodía, cuan do el Sol está en su cenit. Aún así, desde temprano a la mañana y hasta bien entrada la tarde, cuando el Sol se ponía, tuve que perma necer esperándolo fuera del Templo. A veces, cuando Mi Hijo salía, tenía gotas de transpiración en Su frente y grandes ojeras en Su cara. Tenía que soportar disciplinas que muchos hombres y mujeres en edad adulta no habrían tolerado; aún así, Yo no debía interferir. Era Mi obligación darle completa libertad y aún, en esa libertad, sostener el Concepto en el que no había ni sombra de temor.

    Cuando reconocimos que Él ya había recibido Su Propia ilumi nación, entonces José, Jesús y Yo encontramos la trinidad de acción al magnificar al Señor de Vida, magnificando el poder de Dios en cada circunstancia, aún en la más pequeña, ya se tratara del requeri miento de pan para Nuestra mesa o del animal de carga para llevar nos de regreso a Jerusalén y a Judea. Siempre lo dejamos todo enteramente en las manos de Nuestro Señor, y juntos, unidos como una pequeña familia, magnificamos la Presencia del Se ñor en las cosas diarias de la vida hogareña. Jesús creció en ese sentimiento de camaradería con el Dios Padre y en un enorme senti miento de relajación en Su Omnipresencia. Será de gran beneficio y ayuda para ustedes si pueden lograr ese mismo sentimiento de “re poso en la acción”, en el reconocimiento de que la Presencia de Dios está lista para ayudarlos en vuestros requerimientos más pequeños o insignificantes, así como en las grandes crisis de vuestra vida. Re cuerden, amados hijos, que la camaradería y la amistad entre uste des y vuestra propia Presencia Divina individual, el “Poderoso YO SOY”, establecida en las labores diarias de la vida, construye el mo mentum para ustedes. De modo que, en las grandes crisis, ustedes ya tienen la fe, la fidelidad y la constancia de vuestro Poderoso Ser. ¡Yo nunca puse una mesa, nunca barrí el piso, nunca planté una flor, sin reconocer que era la vida de Dios la que me daba la posibilidad de hacerlo, y siempre lo hice en la gloria de Dios! Todo lo que hicimos a lo largo de Nuestras vidas, lo realizamos en Su Nombre, para Su gloria y por Su poder. Ustedes también lo ha cen todo por Su poder, pero deben recordárselo continuamente a la mente consciente externa. Cuando lo recuerden lo suficiente, ¡llega­rán a darse cuenta

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