miércoles, 21 de noviembre de 2012

La actividad devocional del Sexto Ciclo

LA ACTIVIDAD DEVOCIONAL DEL SEXTO CICLO
POR EL AMADO SEÑOR MAITREYA / Texto de: El Amor Sigue Siendo el Camino

Hace muchos siglos, el cierre de la Quinta Dispensación le indicó a la Ley Cósmica que una nueva Presencia Maestra tendría que h...
acer Su aparición sobre la pantalla de la Vida y atraer —(a través de las energías de Su ser)— el impulso inicial de un Nuevo Ciclo. En los Niveles Internos, el cierre de un Ciclo de tiempo y la apertura de otra puerta a través de la cual las fuerzas espirituales puedan fluir para bendecir un planeta, toma considerable tiempo y energía y oración de los Seres Divinos que están dedicados a proteger y hacer evolucionar esta raza.
Con la apertura del Sexto Rayo, se decretó que la Actividad Devocional prevaleciera sobre la actividad de la acción científica de La Ley —causa y efecto, ojo por ojo/diente por diente. El Ciclo de exactitud científica de la retribución kármica sin esperanza — excepto a través de la expiación del pecado— habría de dar lugar a una Era en la que el perdón, la gracia y la misericordia habrían de traer nueva esperanza a quienes habían llegado a temer a Jehová.
Ya los pecados del padre no recaerían sobre los hijos y los errores de una encarnación ya no necesitaban prolongarse a través de aeones de tiempo nonato.
En el arrepentimiento de la corriente de vida individual y la invocación del poder de transmutación, cada hombre podría salvar su alma de luz y auto-liberarse de la reculada de sus propias causas previas.
Una nueva Era de Esperanza fue decretada para traer a los hijos e hijas de los hombres a través de alguna conciencia que habría de encarnar y vivir el curso de una vida natural, y desarrollar desde dentro de Sí Mismo una remembranza de Su misión; atraer mediante el poder magnético de su invocación y contemplación un impulso inicial del nuevo Ciclo que habría de vivir y crecer para nutrir a los hijos del hombre durante dos mil largos años.
No es una asignación fácil, Mis amados, y sin embargo más de treinta Grandes Seres se ofrecieron de voluntarios; treinta Seres que durante centurias de tiempo habían desarrollado maestría, amor y autocontrol, y Quienes estaban dispuestos a tomar la iniciación de la crucifixión pública, se pusieron de pie cuando sobre la Pantalla de la Vida les mostramos el drama que habría de ser escenificado. ¡Treinta hombres de Sexto Rayo calificaron por sus siglos de vivir!
De entre ellos fue escogido Mi alumno y vuestro Amigo y Maestro Jesús, y alrededor de El fueron entonces atraídas corrientes de vida que, mediante una similitud de propósito, mediante un entrenamiento similar durante centurias, pudieran ser los guardias y el poder sostenedor del Amor requerido para verlo alcanzar la Victoria. Cada uno de tales seres desfiló ante Mí. Cada uno de ellos fue probado mediante todos los métodos de iniciación para ver si el alma sería lo suficientemente fuerte en el tiempo de vida terrena, para soportar las tentaciones de la carne y las más sutiles tentaciones de pensamiento y sentimiento. Fueron escogidos entonces los humildes discípulos, la amada Madre, el amado Padre; y todos juntos fueron ungidos, consagrados y preparados para el drama que ustedes honran durante la Semana Santa.
Uno por uno fueron citados a los Salones del Karma cuando el ciclo de sus respectivos patrones de vida estuvo listo para su presentación sobre la Tierra —el amado José, la amada María y los Discípulos. Ellos crecieron en sus propios sitios asignados, inconscientes la mayor parte del tiempo del drama interno que habrían de escenificar juntos. ¡Llegó entonces el momento para el nacimiento del amado Jesús!
¿Cómo podría describirles el Amor que rodeaba a ese Maestro antes de que Él escogiera envolver Su conciencia en la mortaja terrenal y pasara de la flamígera gloria de la Luz de los Ámbitos Internos... a un cuerpo de carne? ¿Cómo podría describirles Mis sentimientos al tiempo que Yo, detrás del velo, habría de permanecer con la esperanza de que en algún momento en la vida terrenal de Jesús, El trajera una remembranza de Mi Presencia y re-estableciera el contacto sobre el cual Yo habría de esforzarme en dirigir la instrucción a la mente consciente para desarrollar dentro de Él la aplicación que habría de requerir en Su mayoría para alcanzar Su Victoria?
Una de las despedidas más tristes (con creces más que cuando ustedes dejan la Tierra) tiene lugar cuando el alma es amortajada, atadas las alas brillan¬tes, opacada la Luz flamígera de los ojos, y el beso del Maestro es puesto sobre la frente — ¡y luego, bajando al olvido, desciende la esperanza del hombre! ¡Oh, jamás olvidaré ese día! ¡Recordaré esa noche cuando por primera vez esos mismos ojos se abrieron en un pequeño e insignificante establo y todavía no podía enfocar el mundo al que vino a salvar!
¡Recuerdo bien esos años tempranos cuando Mi presencia se esforzaba constantemente por ser un escudo de amor alrededor de Él! Bien recuerdo la fidelidad de la conciencia de María, quien sostuvo para ese Niño el Concepto Inmaculado de Su Imagen Divina; quien extirpaba constantemente de Sus sentidos toda remembranza de imperfección. Ella lo volvió una y otra vez a la Imagen del Padre, y le enseñó mientras lo tenía sentado en su rodilla, a magnificar al Señor. Bien recuerdo eso, porque es a través de la conciencia de las almas encarnadas que Nosotros tene¬mos que trabajar. Es a través de los labios de los humildes que Nosotros tenemos que pronunciar Nuestras Palabras de remembranza a otros espíritus que hayan hecho el voto de Servirnos, pero que temporalmente han olvidado cubiertos por la mortaja del olvido. Es a través de los sensibles que podemos estremecer a la vida los tizones de la Conciencia Divina.
Siempre bendecimos a la amada María y a la fuerte Presencia de José, quienes tuvieron esa devoción a Dios; quienes tuvieron ese reconocimiento de parte de la Hueste Angélica y quienes tuvieron la fe para hacerle frente al ridículo de sus tiempos a medida que desarrollaban Sus humildes vidas, aparentemente sin diferencia de las de cientos de hombres y mujeres de Judea, empero dentro de Sí Mismos sosteniendo una visión de un HOMBRE CRISTO crecido de ese inocente niño de ojos saltones.

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